Un jóven ruso de 32 años entró en una peluquería ubicada en la zona de Kaluga en la ciudad de Rusia, con todas las intenciones de robar lo que pudiera encontrar de valor sin imaginar que las cosas saldrían totalmente diferentes a como las había planificado.
Luego de que tomará su botín, y mientras se preparaba para escapar, apareció la dueña del lugar; una jóven de 28 años, quién le dió un golpe tan fuerte que cayó al piso.
La mujer, de nombre Olga, ató a este ladronzuelo y lo encerró en la parte de atrás, en un cuarto del salón dando a los que estaban observando la escena la excusa de que llamaría más tarde a la policía para que fueran a buscarlo.
Pero la realidad es que sus intenciones eran otras totalmente diferentes. Esta mujer ató al jóven ladrón con el cable de un secador de pelo, lo obligó a tomar estimulantes sexuales y lo violó durante los siguientes 2 días.
Luego de pasado este tiempo lo dejó libre, a lo que el hombre no dudo en contactar a las autoridades para realizar la denuncia de violación, no sin antes pasar por un centro de salud en el que fueron atendidas sus heridas y dónde se le realizó un examen de violación.
Olga también se presentó a la policía para denunciar el robo del que había sido víctima, y al preguntarle por las acusaciones que había interpuesto el ladrón en su contra solo respondió: “Es un idiota. Sí, lo hicimos algunas veces, pero le compré unos pantalones nuevos, le di de comer y de tomar y luego, cuando se fue, le di mil rublos (23 euros aproximadamente)”, como esperando que este se lo agradeciera.
Y aunque este jóven irrumpió con intenciones de realizar una fechoría, esto no le da la autoridad a nadie de cometer un hecho de esta naturaleza (violación) en su contra y como represalia; para eso existen las leyes y los queguardan el orden.
Fuente: generacionimpacto
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